Mexicanos rechazan la inversión de extranjeros en Pemex
La mayoría de los mexicanos no están de acuerdo en que los extranjeros participen en las actividades que desempeña la paraestatal Petróleos Mexicanos. Así lo indican los resultados de un sondeo realizado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, donde el próximo mes de septiembre iniciarán los debates en torno al tema.
Parte del descontento con las propuestas ya varias mencionadas por el presidente Enrique Peña Nieto, así como por otros funcionarios federales y representantes de partidos políticos, proviene del sector industrial en Mexico, quienes se sienten desplazados de las iniciativas para activar el sector energético mexicano.
Los argumentos que se han dado hasta ahora para justificar la intervención extranjera en actividades que todavía son exclusivas de la paraestatal es que en México carecemos de los recursos tecnológicos y económicos para realizar la exploración en aguas profundas, así como la famosa explotación del llamado gas esquisto o shale gas, como se le llama en inglés.
Los mismos argumentos han indicado, de algún modo, que los inversionistas mexicanos no tienen competencia para participar de ese mercado, aunque existen argumentos en contra de ese razonamiento, mismos que han sido esgrimidos ya por numerosos expertos en economía y política económica.
A decir de algunos, el problema del financiamiento se resolvería con la creación de una banca de inversión genuinamente mexicana, no dependiente de las centrales extranjeras, contrariamente a lo que sucede hoy en día. Recordemos que el único banco mexicano con capacidad real de inversión en grandes proyectos es Banorte, mientras que los otros “grandes”, como Banamex, Bancomer, etc., son ahora filiales de bancos extranjeros.
Por otra parte, la competencia tecnológica es algo que se adquiere en un par de años, si se llevan a cabo las alianzas estratégicas necesarias para ello. Ése fue el tiempo que le tomó a los ingenieros de Petrobras aprender el uso y funcionamiento de las técnicas de exploración en aguas profundas.
En cuanto a la explotación del gas esquisto, se requiere un análisis que dé un paso atrás en la discusión, pues ya se tiene como un hecho el que vaya a explotarse, cuando en necesario un estudio más cuidadoso de su factibilidad. Existen numerosas voces en Estados Unidos que señalan los efectos secundarios de esta actividad: movimientos sísmicos, agotamiento de los suelos, etc.
El sector industrial nacional tiene motivos para estar descontento. Esperemos que canalicen su molestia de una forma productiva y benéfica para todos los mexicanos.